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Primera Sesión, 21 de junio de 2002, 9 a.m. a 1 p.m.

CASO 3. José Valle

Señor José Valle, usted va a brindar su testimonio ante la Comisión de la Verdad y también ante el país.
Sí.
Promete solemnemente hacer su declaración con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre los hechos que nos va a narrar.
Sí, prometo.
Muchas gracias, tomen asiento.
Señor, señor Pepe Valle Pacheco, apreciamos su presencia en esta audiencia pública porque todos los miembros de esta Comisión tenemos el convencimiento de que ha venido con el propósito de contarnos su experiencia sobre este lamentable proceso de la violencia política, que tanto daño le ha causado a nuestro país. Valoramos su presencia porque usted está demostrando que ha sido pues una víctima de este lamentable hecho. Lo escuchamos.
Buenos días, soy el Técnico de Primera, Pepe Valle Pacheco, en situación, de la Policía Nacional en situación de retiro. Mi presencia acá es para narrar, dar mi testimonio con la verdad, sobre todo lo que ha acontecido en estos tiempos. Salí egresado de la Escuela de Guardias, en el año setentisiete. Destacado a la zona de Puno por espacio de año y medio más o menos, retornando posteriormente a la ciudad de Lima, a otras unidades, sub unidades en la cual hacía una vida de paz, tranquilidad con todos mis, mis seres queridos, mi esposa, mis hijos. En el, en la sub unidad de la Cuarentidos Comandancia hice un curso de explosivos, lo cual me conminó llevarme a la Veintinueve Comandancia en, donde hice otro curso de emergencia y también hice otro curso de explosivos en esa unidad, en la cual yo pertenecía.
Total llevaba una vida con mucha, con muchos proyectos, tanto para mí como para mis hijos, mi familia. Hasta que un día, un veinte de setiembre de mil novecientos ochentiseis en circunstancias que me encontraba patrullando por la zona sur. Ya pertenecía al grupo de (seteadores) de explosivos del Escuadrón de Emergencia. Recibí una llamada de la central de radio para acercarme a la zona de Vitarte en un lugar denominado Vista Alegre, que había un artefacto explosivo, colgado de una torre de alta tensión, con una bandera del Perú con las iniciales del MRTA. A la cual me apersoné, vi el artefacto que estaba colgado con la bandera, y en primera instancia quise tomar el fusil y disparar al artefacto para desarticularlo, desactivarlo de esa manera. Pero al mismo tiempo pensé que en ese tiempo el MRTA estaba poniendo el tipo de explosivos, aluminio en polvo que es incandescente, con explosivos. Y pensé iba quemar la, los cables, iba a chispotear el grifo, iba a volar el grifo. Porque en ese momento había un montón de gente alrededor, como si estuvieran esperando algo. Tomé una decisión, agarré, pedí el apoyo de un señor que estaba arreglando una carretera, unos patitos, para que se acercase al poste y una escalera pa yo poder subir y desatar la parte posterior, la cual lo hice, solté la soga y había un colega abajo que le dije que sujetase la soga, que no la vaya a soltar porque se vaya a caer el paquete. Lo cual lo hizo. Posteriormente, yo bajé a agradecer al señor que se retirara lo más lejos posible y empecé a soltar la soga hasta que llegó a la altura de mi pecho y el pecho del colega. Y me percaté que tenía en el amarre de la bolsa, residuos de aluminio. Porque yo conocía el aluminio en polvo. Y le conminé a mi compañero, le digo que se retire porque esto revienta y nos va a malograr a los dos. Lo cual mi colega me hizo caso. Se fue y yo me cubrí tras el poste. Y en circunstancias que yo agarré, quería echarme. O sea, para poder jalar la soga pa que suba el paquete y soltarlo pues. Que si he rodado unos metros, sentí la explosión, una explosión terrible que no sé, me botó tres metros, cuatro metros. Pero no perdí el conocimiento porque recuerdo muy bien que me paré, pero ya no veía. Estaba totalmente quemado. No veía nada y empecé a gritar con un impotencia, una rabia, es decir ¿por qué?, ¿no? Y me auxiliaron mis colegas que se encontraban en el patrullero, me llevaron al hospital de Vitarte, donde me dieron los primeros auxilios. De ahí ya no recuerdo nada hasta que aparecí en cuidados intensivos, en el Hospital Central.
A raíz de ese accidente, perdí el brazo derecho, parte del antebrazo de la mano derecha. En la mano izquierda casi la pierdo, se me ha quedado con limitaciones. La vista, una vista la tengo mal, el oído. Y me afectó muchísimo psicológicamente. Se vino abajo todos mis proyectos, mis ambiciones que tenía, tanto para mí como para mis hijos. Lo cual, en estos quince años que ha pasado todo esto, ya estoy tratando de recuperarme tanto anímicamente como emocionalmente. Y también, quiero que la sociedad, la señora sepa que nosotros los policías también somos víctimas. No sólo yo, hay colegas que están en peores condiciones. Yo por lo menos camino. Puedo salir a un sitio, a otro sitio. Pero, hay colegas que no pueden ni siquiera dar un paso y necesitan obligatoriamente de otras personas para poder movilizarse. Y rogaría, no sé, ojalá que esto sirva de algo, que la sociedad se preocupe un poco de todas las víctimas por terrorismo.
Todo lo que hemos sufrido, tanto socialmente, psicológicamente y un trato especial en los, puedo decir en los centros hospitalarios, que muchos necesitan, como decía una evaluación, todos lo que tenemos. Porque ya a estas alturas muchos nos sentimos mal, ya de una cosa, otra cosa. Y es a raíz de eso. Y también, pediría a la Comisión que de todos los testimonios que están, que se evalúe así con la verdad que sea.
Porque también tuve yo la oportunidad de estar en la zona de emergencia en dos oportunidades, el año ochentidos y el ochenticinco. Si bien no recuerdo. Por la zona de Cangallo, en la zona de Quinua, Vilcaman. Hubo enfrentamientos, hubo todo, pero gracias a Dios salí libre de todo. Es una experiencia bien triste, dramática se vive porque hubo días en que ni se comía, no se dormía. Era terrible en esos momentos.
Llegué la ciudad de Lima, posteriormente y me encontré con otra realidad que estaba igual que allá. Acá estaba igual. O sea, no hubo un cambio radicalmente. Y ojalá que pues como vuelvo a repetir, todo esto sirva, sirva para que no vuelva a ocurrir otra cosa más, por el bien de nuestros hijos que ya están creciendo y necesitan una paz, tranquilidad para poder surgir en todo esto. Y también quería despedir algo, no sé que nuestros derechos, como discapacitados en mi caso. De todos nosotros colegas. Hay muchos derechos que no nos han, no nos han dado, no se han pagado ponte el seguro de vida, muchas cosas. La atención en el hospital es pésima, pésima, no se puede uno ni ir a tratarse. Y muchas cositas señor. Tenemos un servicio social que no funciona. Yo vivo en Carabayllo ya alrededor de seis años más o menos y nunca hay una asistenta social, a ver ¿en qué estado estamos viviendo?, ¿cómo están nuestros hijos?, ¿si comen?, ¿si estudian?, ¿no estudian? Y eso lo digo yo, que yo salgo, camino. Hay otros colegas que no caminan, están encerrados ahí. Nadie se preocupa. Yo quisiera que ojalá ellos escuchen esto y se pongan la mano al pecho y nos den un lugar en la sociedad, tanto para...hasta para poder trabajar de acuerdo a nuestras limitaciones. La gente quiere trabajar. Necesita de trabajar, necesita hacer algo. Y agradecerles también a la Comisión por darme esta oportunidad en dar mi testimonio. Eso es todo.
Muchas gracias, don Pepe por su valioso o su valioso testimonio. La Comisión toma debida nota de toda su manifestación y creo el asunto tiene que ser recíproco. Ese interés que estamos poniendo en su testimonio tiene naturalmente que traducirse en el proceso de la investigación que esta a nuestro cargo, en un informe. Pero, quisiéramos de que usted en todo caso se comprometa con la Comisión para que sus otros compañeros que están en igual o peor situación que usted, vengan libre y voluntariamente a dar su testimonio. Le agradecemos sinceramente por la valentía que ha tenido, ha venido a cumplir con un deber cívico. Muchas gracias.
No tiene por qué.


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