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Primera Sesión, 21 de junio de 2002, 9 a.m. a 1 p.m.

CASO 1. Aureo Zegarra Pinedo y María Huamán Zegarra

La Comisión de la Verdad invita al señor Aureo Zegarra Pinedo y a la señora María Huamán Zegarra, se aproximen para brindar su testimonio. Bien, ruego a los asistentes ponerse de pie para proceder a la promesa de estilo. Señor Aureo Zegarra Pinedo, señora María Huamán Zegarra. La Comisión de la Verdad y Reconciliación desea conocer su testimonio sobre los hechos de violencia sufridos por usted, sus familiares o sus allegados. Prometen solemnemente hacer su declaración con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre los hechos que nos van a relatar.

Sí prometo.

Muchas gracias, podemos tomar asiento.
Señor Aureo Zegarra Pinedo, señora María Huamán Zegarra, unas breves palabras para agradecer su concurrencia libremente decidida para dar testimonio sobre un hecho criminal que le corresponde a ustedes en primer lugar, expresar como testimonio y a nosotros miembros de la Comisión de la Verdad, escucharlo con el mayor respeto. Les invito a hacer uso de la palabra.

Señor Presidente de la Comisión de la Verdad, señores miembros. En principio, quiero agradecer la generosidad de su concurso para que la sociedad civil podamos integrarnos armónicamente y que el testimonio de muchisimos peruanos que hemos sufrido en carne propia la insania de la violencia, pueda realmente reconfigurar un nuevo Perú.
Por eso que mi sobrina y el que habla, que hemos sufrido en carne propia, lo reitero una vez más, la muerte en primer lugar de mi hermana. Y luego, de su hija en el atentado de Tarata. Que gracias a Dios ha podido salir con vida. Como ustedes podrán comprender, nos ha tocado vivir momentos realmente difíciles...porque no es muy común ver que la madre y después la hija, la única hija que ella tenía, sufran los embates de la violencia genocida.
Yo quisiera referirme en primer término, al aspecto central de esta violencia con relación a los movimientos políticos legalmente establecidos en nuestra patria. Porque mi hermana fue una dirigente de Acción Popular, que daba su concurso como ciudadana con los nobles ideales con que los hombres y las mujeres abrazan determinadas corrientes o movimientos políticos. Ella fue una dama que toda su vida hizo el trabajo, el sino de su norte para con ella misma y para con su familia. Nada de lo que ella obtuvo en esta vida, le fue dado por la bondad o por el don que no sea el fruto de su trabajo. Y quiero precisar esto, para que se vea que las muertes en el Perú, muchas veces se dan irracionalmente, como en este caso.
Era un once de julio de mil novecientos ochentitres, cuando una horda terrorista, criminales, hicieron acto y presencia vandálica e irrumpieron en el partido de Acción Popular, donde a través de sus reglajes ellos sabían perfectamente que ese día lunes del once de julio del ochentitres, los altos dirigentes de Acción Popular, los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, los miembros del Comité Político Nacional, los miembros del Comando Departamental Femenino y de Juventudes, ese día lunes o todos los lunes, sesionábamos. Sólo por esas cosas que tiene el destino, se suspendió las sesiones que teníamos los miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Y éste Comité Ejecutivo Nacional estaba conformado por el Presidente del Partido, por el Secretario General y todos los demás secretarios nacionales. Como todos sabemos, que en vida fue el Presidente de esta institución, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Y conformado por parlamentarios, que en ese momento ejercíamos...en el congreso nuestra actividad para lo que fuimos elegidos.
Por lo tanto pues, el hecho de la muerte de mi hermana y de otros dirigentes como Mario Arauco Bastidas, no era un hecho casual. No era un hecho espontáneo o porque de repente mi hermana o este dirigente hayan podido causarle algún daño a sus agresores. Era una premeditación, era una planificación. Era una concepción del partido en el poder. Y por lo tanto, lo que se trataba de destruir, eran los cimientos justamente de la democracia, golpeando ferozmente en lo que más puede dolerle a la democracia, es en la destrucción de sus líderes políticos. Ese día, por bendición del destino y de Dios, se suspendió este acuerdo que teníamos nosotros permanentemente y solamente el Comando Departamental Femenino y otros comandos, no suspendieron. Y esta decisión lo tomamos el día lunes a las cinco de la tarde. A escasas horas de perpetrarse esto. Y creo que esto motivó a que esta gente no haya podido o estos criminales no hayan podido enterarse.
Ese once de julio irrumpieron pues en el partido, detonaron bombas, mataron vilmente a Mario Arauco Bastidas, un dirigente de Villa el Salvador, victimaron a mi hermana y dejaron a cientos de heridos. Yo no quisiera hacer una apología de lo que fue el martirológio de los militantes y de los dirigentes de Acción Popular de ese momento. Pero sí quiero precisar que quedaron gravemente heridos muchisimos, cuyas heridas de repente en el alma son las más difíciles de sanar. Y otros que sin estar ahí, pero familiares de estos heridos y de las víctimas, han quedado lacerados profundamente en su interior.
Por eso he dicho al inicio, que es un gran acierto realmente el haber formado la Comisión de la Verdad. Porque, por ejemplo quiero darles el testimonio. No hemos podido los familiares más cercanos, los tíos carnales más cercanos de mi sobrina, poderle hacerle entender a ella y a su hermano de lo que significa perder una madre a la edad de dieciseis años. Edad, cuando se necesita quizás más a la madre para una orientación. Y no interesa para estos efectos, cuánto dinero puedan tener las familias, sino cuánta calidad humana podemos dar a nuestros seres queridos. Eso es lo que interesa. Y eso es lo que ha perdido mi sobrina y lo que nosotros hemos perdido como personas, ya no como dirigentes ni como miembros de un partido. Y como si esto fuera poco, Acción Popular por segunda vez, por segunda vez en menos de dos meses fue criminalmente asaltado y dónde se dio muerte a un humilde miembro de seguridad del partido, de apellido Gervase.
Como podrán ustedes notar pues, es muy difícil decir muchas cosas que quisiéramos hacerlo, pero yo quisiera resumir en una sola palabra que se llama "dolor humano", que no tiene color, pero que tiene un hondo contenido de espiritualidad.
Buenos días, miembros de la Comisión de la Verdad, público presente, correligionarios, miembros de organismos internacionales en defensa de los Derechos Humanos nacionales e internacionales. Como ustedes han podido escuchar, soy María Isabel Huamán Zegarra, dirigente de Acción Popular, actualmente tengo el cargo de Secretario Nacional de Asuntos Internos y externos del Comando de Profesionales. Soy contador público, profesional, de profesión, con una especialización en auditoría gubernamental.
Me dirijo a ustedes para hacerles una semblanza de cómo afectó mi vida en estos últimos años la violencia política y que al igual que esta Comisión de la Verdad, propicia la reconciliación nacional. Yo personalmente manifiesto que ante los hechos que procederé a relatar, no guardo resentimiento alguno, ni odio ante aquellas personas que de alguna manera influyeron en la ruptura de mi estructura familiar y desarrollo profesional y militancia política dentro del partido de Acción Popular.
En la década de los ochenta, vivíamos momentos de inmensa violencia terrorista. Lo cual se ve acrecentada en el año mil novecientos ochentitres donde se perpetua el atentado y alevoso atentado terrorista en el local central de Acción Popular, donde mueren dirigentes distritales, departamentales y quedando herido una gran serie de militantes de Acción Popular. Esto crea un gran golpe en el partido de Acción Popular, que sembró siempre la democracia ante todo nivel. Por tal razón, la militancia de Acción Popular ante este hecho sufrió un gran dolor y una gran pérdida por estos dirigentes.
Yo, tenía escasamente algunos años y estaba en una adolescencia y estaba participando como militante juvenil de Acción Popular en ese entonces. Quiero rescatar ante todos la memoria de mi madre, ¿cómo yo la recuerdo?, ¿cómo tengo en mi mente lo que ella significó para mí?, porque era mi guía en el desarrollo de la militancia de Acción Popular. Debo recordar que fue una madre abnegada, preocupada por sus hijos, somos dos hermanos. Siempre se preocupó por darnos una formación moral, una estabilidad económica e inculcarnos una justicia social en apoyo a los más desvalidos. Acción que siempre he tenido presente en todo momento de mi vida y como digo y vuelvo a repetir, jamás he sentido resentimiento contra aquellas personas que arrebataron tan brutalmente la vida de mi madre. Y dejándome desamparada, sin su apoyo, en este largo camino que es la vida, me hizo mucha falta.
Debo referir, por más que mis familiares, por más que los militantes de Acción Popular trataban de darme sosiego, su ausencia era tan grande que se sumió en mí una terrible soledad y una angustia total por ver al país sumido en una gran violencia. Siempre participábamos en la militancia Acción Popular, tratando de rescatar los valores éticos, morales para tratar de formar un gran país como quería nuestro fundador el arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Para ese entonces, yo tuve que empezar a trabajar y estudiar para cursar mis estudios universitarios. Porque como ustedes verán, mi madre me enseñó algo muy importante, que uno debía valerse por sí mismo. Y aún así he tratado de hacer lo más, lo más posible en ocupar mi tiempo en estudiar, en trabajar a fin de olvidar esa terrible masacre.
Cuando ya el tiempo pasó y posiblemente hasta yo pensé que todo había quedado atrás, que la violencia había cesado. El dieciseis de julio de mil novecientos noventidos, yo me encontraba trabajando como funcionaria en la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, ubicada en Miraflores, en la calle Shell 310 y que colindaba con Tarata. En esos momentos, nosotros estábamos haciendo horas extras un grupo de trabajadores estábamos realizando un trabajo importante, que teníamos que presentar a la Corporación Nacional de Desarrollo. Habiendo sido aproximadamente las nueve de la noche porque en ese entonces la ciudad de Lima estaba en una estado de emergencia y había un toque de queda. Cuando habíamos terminado nuestro trabajo, nos percatamos de una posible oscilación de la luz y como en el edificio nosotros trabajábamos había dos salidas posibles. Una de ellas, era el ascensor y otra era una escalera de escape.
Al ver yo el peligro y ya teniendo la antesala de la muerte de mi madre, lo primero que busqué fue una zona de seguridad que previamente siempre tenía la precaución en cualquier edificio que estoy, pregunto ¿cuáles son las zonas de seguridad?, para tener la precaución si en algún momento sucede algún tipo de atentado, algún sismo, poder socorrer y también obviamente apoyar a estas personas y protegerme a mí misma, posteriormente. Esta razón, nosotros éramos pocas personas que habíamos quedado en el edificio. Yo estaba en el sétimo piso, de Entel Perú, en la calle de Shell 310, que el edificio era totalmente en forma horizontal. Era de Shell hasta Tarata. Cuando tomamos la precaución que había el tiroteo y todo lo demás, tomamos para podernos ubicar y salir obviamente a una zona de seguridad y posteriormente a regresar a nuestras casas. Fue cuando al subir las escaleras escuchamos una detonación que se producía en... en el centro comercial más cerca al Hotel El Condado, creo si no mal recuerdo. Nos asustamos porque éramos dos personas que estábamos ahí, nos asustamos, nos asustamos como todo ser humano se asusta ante un hecho que no puede prever. Y obviamente, tratamos de alcanzar la zona de seguridad, pero en el momento en que estaba yo por llegar, se estalla el coche bomba en la calle Tarata y los efectos de la onda expansiva hace que todo el edificio se estremezca y era un edificio de más de catorce pisos, ¿cómo habrá sido la detonación?, que obviamente era nada lo que nos podía proteger.
Se rompieron las lunas y yo estaba cerca de una mampara. En esa mampara, al ver que detona, lo único que atino es a gritar y a llamar a Dios, aclamando su ayuda porque sabía que como ser humano la única posibilidad de que yo me podría salvar, era mínima tal vez porque la onda expansiva era más fuerte que el peso de la persona. Porque les diré que yo traté de cubrir mi cuerpo con todo lo que yo pude y lanzarme al piso y gritar, porque eso es lo que te enseñan en todo cuando existen detonaciones para que la onda expansiva no destruya tus órganos. Pero le diré que en ese momento yo solamente tuve la fe en Dios, que solamente él me podía salvar pero porque como ser humano estaba haciendo todo lo posible por cubrir mi vista, tratar de que no dañara de repente la onda expansiva mis órganos. Pero era más fuerte de lo que yo podía creer. Es así que después de la, de la onda expansiva yo tengo traumatismo encéfalo craneano.
Mi compañero a Dios gracias, no le pasó nada. Pudo pedir ayuda, pudo ayudarme a evacuar del edificio hasta tratar de darme seguridad con mis familiares. Pero, todo ya era un caos, era una onda de destrucción y lo único que me acuerdo, que él me decía "resiste, resiste, por favor resiste". La verdad, tengo que agradecer a los especialistas que me atendieron en su oportunidad. Si no hubiera sido gracias a ellos, a su intervención oportuna, de repente no hubiera estado acá, las lesiones hubiesen sido más severas.
Tuve un proceso de recuperación largo, porque tuve traumatismo acústico en el oído derecho. Tuve una operación en la muñeca, tuve lesiones internas y un proceso de readaptación nuevamente a mi trabajo, largo, difícil porque realmente no era la primera vez que procedía un atentado terrorista, era el segundo atentado terrorista en mi vida, que me afectaba. Y en ese entonces, era madre y tenía un niño pequeño, por lo cual yo tenía que vivir....El ahora, él ahora esta, quiero que sepas hijo que todo estos años de silencio, de dolor lo he soportado por ti, por mis familiares cercanos....Señores, invoco que por favor no suceda más estos actos de violencia porque no saben ustedes el daño que sufren los hijos. Los digo por mi experiencia propia, por la angustia que sufren los hijos al saber si vendrá o no regresará más su familia, o su madre, su padre....Gracias.
Muchas gracias por este testimonio tan auténtico y tan lleno de recuerdos dolorosos. Quiero decirles que ese recuerdo nos invita a la solidaridad. Como miembros de la Comisión de la Verdad compartimos con ustedes ese dolor y compartimos también sus palabras de nunca más porque necesitamos vivir en paz, en armonía, respetando posiciones e ideologías. Y tengan ustedes la certeza de que este, este compartir auténtico no es solamente de quienes estamos aquí presentes en este auditorio sino que gracias también a los medios de comunicación social que nos acompañan, es el Perú entero el que expresa y comparte con ustedes la solidaridad de ese recuerdo doloroso y la necesidad de un país en paz. Muchas gracias.


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