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Tercera Sesión, 22 de junio de 2002, 9 a.m. a 1 p.m.

CASO 18. Teodoro Romero Changas, Rosa Caldas, y Caldas Blas

Bien vamos a continuar con la sesión de esta mañana, al público asistente se le agradecerá seguir manteniendo la actitud de respetuosa escucha que se ha tenido hasta el momento. La Comisión de la Verdad invita al señor Teodoro Romero Changas y Rosa Caldas, a la señora Rosa Caldas Blas, para que se aproximen a brindar su testimonio.
Señora Rosa Caldas Blas, señor Teodoro Romero Changas, van ustedes a brindar su testimonio ante la Comisión de la Verdad y también ante el país. Prometen solemnemente hacer su declaración con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre los hechos que nos van a narrar.
Sí.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Señor, Teodoro Romero, señora Rosa Caldas, a nombre de la Comisión de la Verdad queremos agradecerles de corazón su presencia en este lugar. Sabemos que testificar, recordar cosas del pasado es muy doloroso. Pero su testimonio servirá para ir completando ese cuadro para que la nación toda, pueda conocer y entender cuánto dolor y la gravedad de todo lo que ha sucedido estos años pasados. Así que con todo respeto y toda atención vamos a escuchar su testimonios.
Señores Comisión de la Verdad, señor representante de organismos aquí presente, defensor de los Derechos Humanos. Para nosotros es algo doloroso tener que recordar estos hechos. Pero es muy necesario que se conozca la realidad de ellos, porque sino todo el tiempo estaríamos en la penumbra y no sacaríamos a la luz, tantos casos que han ocurrido.
Yo hablo del centro Poblado Menor de Umaya, distante a ventiún kilómetros y medio del Valle de Huaura. Soy padre de una de las víctimas, de Fidel Romero Conde. El tres de mayo del noventiúno, siendo las doce y treinta de la noche hace el ingreso un grupo de contingente, completamente armados y de inmediato se dirigen a la casa del señor José Ipanaqué, preguntando por su hijo Javier, a quién después de encontrarlo lo ultimaron. De su casa sacan a la hija del señor, del cabello, a rastras. En la casa del señor ingresan, buscan especies y se llevan algo de dinero.
De ahí continúan, ingresan a la casa del señor Oscar Salinas, donde sacan a cuatro de sus hijos, quedando uno de ellos, que posteriormente sería otra de las víctimas. Sacan a sus hermanos, porque, es persona ya tenían en la Plaza de Armas de Umaya a un grupo de gente arrodillada. Cuando sacan a sus cuatro hermanos, sale el otro hermano Guillermo, la víctima y reclama ¿por qué se llevan a sus hermanos?, ¿y por qué estaban haciendo esas pintas en las paredes?, y ¿cuál fue la respuesta señores Comisión de la Verdad; señores presente? Dos balazos, que cegaron la vida de este joven agricultor.
No conforme con eso, llevando siempre a rastras a la hija del señor Ipanaqué, llegan a la Plaza de Armas, de donde dentro del grupo de esta gente, había un señor Vicente Ascencio con su esposa que los tenían arrodillados. Este señor tenía una tiendita. Ingresaron a la tienda, buscan los cajones y se llevan casi cinco mil soles, que era producto de su venta de lo que él había juntado para hacer compras y poder volver a surtir su tienda.
De ahí, siempre jaloneando a esta muchacha llegan a la casa de Javier Ipanaqué, la hacen que ella toque la puerta y su hermano abre. En ese momento lo cogen a él, cierran la puerta. No te preocupes, tu hermano regresará o no regresará, pero no te preocupes. A Javier Ipanaqué, esta personas agarran y lo ponen contra la pared y le disparan dos balazos en la cabeza. Después lo ponen boca abajo y parte de su cerebro queda impregnada en la pared. Este joven, que ayudaba a su padre en los quehaceres de la pesca, solamente tenía más que venticuatro años de edad.
El otro caso de Fidel Romero Conde, lo va a exponer aquí su esposa presente. Fidel Romero Conde, fue encontrado muerto en una acequia, a dos cientos metros de la primera entrada de Umaya, también con la cabeza perforada. Por testigos, que en ese momento llegaban, porque detuvieron un ómnibus que venía con alumnos de la Universidad de Huacho y todos los años hacía recorrido hasta la Cooperativa Andahuasi. Se desprende, por declaraciones de ellos y una declaración también, que se le hace al señor Comisionado de la Defensoría del Pueblo, de un testigo que después de casi once años sale a hablar y otro, en el sentido de que a él lo golpearon, lo patearon y cuando así todo golpeado, pa llevarlo a la Cooperativa Manco Cápac que dista a dos kilómetros, han visto a la base militar de Anhuasi y a efectivos de las Fuerzas Armadas.
] Con esto, antes de continuar mi relato, yo no quiero culpar a las Fuerzas Armadas, a la institución. Siempre en instituciones hay elementos malos. Para nosotros, la institución de la fuerza armadas y fuerzas policiales, le merecemos mucho respeto como personas abnegadas y heroicas que arriesgan su vida en defensa de los demás. Ante ellos, con mucho respeto nos humillamos. Pero, tenemos que decir la verdad porque sino nunca se van a aclarar los hechos. También, a este muchacho que lo golpearon, que lo llevan a la Cooperativa Manco Cápac. Después lo pasan a Huacho y lo tienen quince días detenido en la DINCOTE, en Huacho.
Posteriormente, los alumnos que estaban ahí, que son testigos de todo y han declarado a una comisión investigadora, se encuentran con la sorpresa de que un carro que venía de un centro avícola, no puede pasar porque la carretera estaba bloqueada con otro carro. Y le preguntan ¿qué pasa?, dice el chofer. No puede pasar porque está bloqueado. Y entonces ¿cómo ha pasado ese carro del ejército?, una tanqueta y miembros de la base militar de Andahuasi, ¿ellos cómo han podido pasar?, los muchachos no pudieron contestar nada.
Porque ese día de los hechos aunque lo quieran negar, la tanqueta de la base de Andahuasi, recorría las pistas porque había habido un atentado el día ventiseis por medio mundo. Una emboscada a camiones del ejército. En su recorrido que ha tenido la tanqueta, posiblemente hasta las cinco de la mañana, atropella a un campesino de la Cooperativa Manco Cápac y lo deja tirado, sin siquiera prestarle auxilio.
] Nosotros, no damos crédito a las afirmaciones del capitán de la base militar de Andahuasi, en ese entonces, en que dijo de que la tropa no había salido porque estaba con mantenimiento. Eso es completamente falso. Tampoco, damos crédito a las versiones dadas por el entonces Ministro del Interior, en decir de que los que habían muerto tenían vinculaciones con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.
Automáticamente, el señor nos estaba acusando de subversivos y a nadie se le puede acusar mientras no se le compruebe. Nosotros, reprochamos esas declaraciones de ese señor, pero Dios es muy grande, Dios tarda pero no olvida. Posiblemente, él me esté escuchando y su conciencia debe decirle la mentira que en ese momento dijo. Concluida su macabra obra en Umaya, emprenden hacia Chambara.
En Chambara usan el nombre de dos mujeres, a quienes llamaban como Rosa y Blanca. Para que ellos, mientras sacaban a los dirigentes que ultimaron, a los dirigentes que no solamente los ultimaron sino que los sacaron semi desnudos, les amarraron la mano a las espaldas y sin una compasión le quitaron la vida. La gente de Chambara, durante mucho tiempo cohibida, no ha dicho ni se explica, mejor dicho no se explica ¿el por qué de éstos hechos?, de sus seres queridos.
Nosotros somos gente de campo, somos gente que nos buscamos la vida de alguna otra manera. Pero no es justo que se trate de esta manera, de hacer de que todas las familias que han estado con este dolor hasta hoy día se siga padeciendo, todo esto.
El señor Víctor Manuel Briceño García, era Sub Secretario de Defensa de Fundeconsa, de trentitrés años, dejó cuatro hijos. Fundeconsa, en ese entonces, estaba en manos del señor Reynaldo Gubbins. El vive de la Confiep. El señor tenía cincuenticuatro años y era mayordomo de la Cooperativa Manco Cápac. Se comenta que le había ganado un juicio a la Comunidad de Chambara, él también fue ultimado. La parte más patética de este caso, es del señor Aniceto Garay Ayala, que dejó cuatro hijos. El antes de que lo ultimaran pidió clemencia, le dijo ¡no me maten!, ¡padrecito, no me maten porque tengo cuatro hijos!, pero se hizo caso omiso a esta clemencia y de todas maneras se le ultimó.
La tanqueta del ejército ha estado recorriendo hasta las cinco de la mañana, toda la pista que colinda entre Umaya y Andahuasi. Los miembros de la base militar de Andahuasi, han estado en la pista, que no se diga que no ha sido que no ha sido así porque hay testigos presénciales que ya lo han manifestado. Tan es así que cuando a las once de la mañana nosotros recogemos los cuerpos, por orden del juez. Nos vamos a Sayán, a la Morgue. Yo corro desesperado al puesto de la Guardia Civil de Sayán, había un policía allí. Y yo le digo: jefe, jefe, ha habido una masacre en Umaya, han matado a un montón de personas. En ese momento, claro mi impresión fue así ¿qué me contestó?, ¿Umaya?, ¿a qué hora?, ¿quiénes?, ¿hasta Huacho tenía ya la novedad de lo que había pasado? Porque hasta el alcalde de Huaura, ya estaba en Umaya viendo ¿qué había pasado?, y el puesto policial de Sayán no sabía nada. No es que no sabían sino que se hacían los que no sabían.
Entonces, para nosotros, como le dije señores presentes, señores Comisión de la Verdad, es doloroso recordar esto y vivir tanto años recordando la pérdida de nuestros seres queridos. Pero queremos, como todos que se haga justicia, no queremos que esto siga, no queremos que vuelva a quedar, tanta viuda, tanto huérfanos, madres que han luchado a como de lugar para poder salir adelante, mantener a sus hijos y de una u otra manera, darles aunque sea un precario estudio. Porque algunos se han quedado mas que en primaria, porque no ha habido la mano fuerte, la mano de apoyo, que es el padre. Al padre no, al padre se lo quitaron, algunos seres indeseables que no tienen ninguna gota de conciencia humana.
No queremos señores Comisión de la Verdad, que esto se vuelva a repetir. Queremos que se haga justicia para que el Perú no continúe desangrándose, para que no se continúe con tanta orfandad que ha existido hasta este momento. No queremos que eso continúe señores Comisión de la Verdad, queremos que se averigüen, queremos que se nos diga ¿por qué se hizo esto con nuestros familiares? Y sí ellos dicen que fueron terroristas, que nos lo demuestren con hechos, no con palabras. Porque con palabras, no se consigue nada. Que nos digan, que nos demuestren, que tenían que ver algo y estaban vinculaos al terrorismo.
No se puede cegar vidas, solamente porque a ellos se les de la gana cegar la vida. Por eso desde acá, en nombre no solamente de Umaya y Chambara, sino en nombre de todos aquellos que han sufrido en carne propia el caso que estoy exponiendo, se busque una justicia legal y que este informe que nosotros estamos dando acá, no caiga en un vacío. Esto lo estamos haciendo ver después de once años. Y esto quiero agradecer profundamente al señor Llanos, periodista de Huacho, que con su periódico Eco, y su radio Paraíso fue posible que él comenzara a denunciar este caso, imponiera hablarle con el Comisionado de la Comisión de la Defensoría del Pueblo. Quién también ha llegado al lugar de los hechos, ha recogido las manifestaciones de todos los testigos.
Agradecer a todas las instituciones de los Derechos Humanos, tanto de Huacho, al señor Guerra, acá a la doctora Gloria, al señor Diego, y a todas las instituciones de derechos Humanos que nos están apoyando. Para ellos mi más grande gratitud. Por eso, al venir a exponer acá no nos interesa que si algún día una bala se cruza en mi camino, no me interesa, porque ya yo estoy contento de haber dicho la verdad. Y esta verdad sé que va a ser confirmada por ustedes en algún momento. Voy de adejar la palabra. Quería enumerar muchas cosas pero voy a dejar la palabra a la esposa de mi hijo Fidel Romero, que fue ultimado, también esa noche.
Buenas, buenos días ante todos, Comisión de la Verdad, yo he venido a exponer solamente la verdad. Mi nombre es Rosa Caldas Blas, y quién fue mi esposo Fidel Romero Conde, y vivo en Umaya que queda en el kilómetro este, Huaura - Sayán. Este, mi hijo ahí está, me dejó de ocho meses y medio de gestación ya mi hijo tiene once años, que ha sucedido. Aquí le tengo presente a mi hijo, que algún por decir, no conoció a su padre, pero ahora él quiere escuchar ¿cómo lo mataron a su padre?, ¿quiénes lo sacaron?
Y, me casé el ventidós de febrero de mil novecientos noventiúno, vivía en la casa de mis padres y prácticamente mi sueño, como toda pareja cuando algún día se casa, dice: yo con mi pareja hemos soñado ¿no?, hacer algo para... algo en la vida para mí, para mis hijos. Hacer un...prácticamente ¿no? salir adelante pero se truncó. Nunca supe más, porque solamente viví tres meses de casado ¿Por qué?, porque nunca supe, como dice ¿no?, la verdad, ¿por qué le habían matado a mi esposo?
Ahora yo vengo a contarle cómo sucedieron las cosas. Es un día común que fue, que mi esposo temprano sale a la chacra, sale a las siete de la mañana, regresa a las once, viene a almorzar. Ese día me dice: negra sabes que, este mi almuerzo, me reposo. Reposó ese día, después a las cuatro de la tarde sale a, a un club que se llama Alianza. Sale a jugar los casinos, como común y corriente. Viene a las siete de la noche, le doy su merienda, se acuesta. Ahí en la noche, doce media de la noche empezó todo eso.
Que estamos durmiendo y a las, solamente a las doce y no, doce y media tocaron la puerta brutalmente y ya estamos dispierto, cuando tocaron, empezaron a tocar. Como no habríamos la puerta, vieron la manera cómo subirse por el techo y han subido en el techo y han como dice: han zapateado en el techo brutalmente y se han bajado a mi casa. Y cuando se han bajado a mi casa, nosotros ya estábamos dispierta, esperar ¿quiénes eran que se habían bajado?, y ahí le hemos visto a dos personas disfrazados de militares, con botas militares, pasa montaña, todos disfrazados de militares, con armas, esas armas de, que son grandes, fusiles.
Y mi esposo sale y le dice. ¿qué pasa compadre?, le dice mi esposo a los sujetos. Y él le respondió: acá nada pasa, lo que queremos es sacarte a usted. Y mi esposo, le dice: pero ¿por qué?, pero ¿por qué?, ¿algo tienen que decirme que por qué me sacan? Y mi esposo lo único que dijo: negra tráeme los documentos. Lo enseñé los documentos que estaba en el ropero, lo enseñé y solamente me cogieron el documento y lo guardaron. Ni siquiera revisaron si era la persona o no era la persona a quién buscaban. Lo guardaron el documento en el bolsillo.
Y yo como estaba en ese momento de gestación, de ocho meses y medio. No, me sentí nerviosa, solamente lo que hice es sentarme o pararme en un rincón porque me dijo: usted se queda acá, y se me queda acá. No me sale. Y mi esposo, lo llevaron de mano en mano, hasta afuera. Cuando lo sacaron de mano en mano afuera, yo me quedé prácticamente casi ya en, adentro por el corral y a mi esposo lo sacaron. Yo me fui atrás, atrás fui yo aunque sea con mi barriga, todo que estuve yo gestando. Me fui atrás, como quién dice a ver ¿dónde se lo llevan?, si se lo llevan pa acá o pa allá, sin un carro.
Y ver que a mi esposo se le llevaban como un delincuente de mano en mano. Lo único que vi que se le estaba llevando. Yo le dije: Fidel ¿dónde te lleva?, Fidel,¿dónde te llevan? En la mitad de camino se apagó la luz. Porque prácticamente, solamente duraba hasta las doce y media de la noche, la luz. Se apagó la luz y después yo vi que ya no había luz.
Me regresé a mi casa. Cuando me regresé a mi casa, eran, ya iban a ser la una. Después, desesperada dije: Dios ¿dónde se lo habrán llevado a mi esposo?, ¿dónde se lo habrán llevado?, pero yo escuchaba movimientos afuera, escuchaba ruidos de los perros que ladraban. Y puse una escalera por el corral, me subí, me subí, tuve valor, no sé de dónde me salió fuerza pero tuve valor de decir, de decir. Y en, ahí cuando salí y vi que en el lado de la pista. Porque yo vivía solamente dos casitas a la pista. Vi que en la pista, había dos tanquetas, y una porta tropa. Vi en la pista.
Ya iban a ser seguramente las tres de la mañana, pero me bajé, se iban a rumbo desconocido. Se habrán ido como quién dice a Chambara a matar los tres mas que, quizá estaban programado matarlo. Pero, después al ver , al ver que ya se habían ido, iban a ser las cuatro de la mañana. De las cuatro de la mañana yo me salgo yo de la, de mi casa, me salgo a la casa a preguntar a mi cuñada ¿dónde?, o ¿si había regresado Fidel a su casa? Y ella me dijo: no, Fidel estará en tu casa. No, le dije. Le conté así, se lo han llevado. Vamos en Carlos, que es otro de mi cuñado. Fuimos a su casa de mi cuñado, no está Rosa.
Iban a ser las cinco de la mañana, las cinco de la mañana encontré a un muerto, que ya estaba muerto al filo de un puente y era, estaba tapado, ya tapado con una sábana. Yo, pensé que era mi esposo. Pero, no era mi esposo. Vi un muerto, nos regresamos, fuimos a la casa de mis suegros si en caso él sabía algo y él me dijo: no Rosa, yo no sé nada ¿Cómo?, ¿tú que eres su esposa?, se lo han llevado a tal hora, a tal hora, le dije.
A las seis de la mañana, mi cuñada le encuentra a mi esposo. Le encuentra a mi esposo en un charco de agua...con dos tiros en la, dos tiros en la garganta. Y los ha salido por acá. Y la cabeza destrozada con un hueco en la cabeza.... Y es más doloroso para mí, porque yo ...he sido madre, padre para mi hijo. Aquí lo tengo presente a mi hijo, que ya tiene once años mi hijo, que ni siquiera a conocido a su padre, ¿de qué color es?, ¿cómo habrá sido?, ni siquiera ha podido decir: mamá, ¿mi papá ha sido cariñoso conmigo?, no podría responderle señor porque no sé nada.
Así en eso he sido, le encontré a mi esposo muerto. Por eso señor Comisiones de la Verdad, yo quisiera que se haga justicia, que me ayuden a hacer justicia porque es bien doloroso, vivir en esa época y recordar los momentos que pasó. Es bien doloroso, yo recordando acá, delante, en presencia de mi hijo, me encuentro de esta manera.
Yo le pido gracias a todos, como también a los Derechos Humanos, por llegar en este momento acá, con todos reunidos. Yo sé, conscientemente sé que han sido los militares. Pero, ya ustedes solamente pueden aclarar eso y ver haciendo justicia. Gracias.
Señores, quiero concluir con el permiso de ustedes de que en base a las declaraciones que se han hecho tanto en la Fiscalía de Huacho como al Comisionado de la Defensoría del Pueblo. Hay testigos que han señalado al que dirigía este movimiento. El no tenía la cara cubierta, él andaba sin ponerse pasamontañas, era el que dirigía todo. Se han entregado los fotos para que los testigos vean si era alguno de ellos. Y los han señalado señores Comisión de la Verdad. Eso se encuentra en la declaración hecho en la Policía Nacional de Huacho.
También quiero decirle que a consecuencia de este atentado, la mamá de Javier Ipanaqué, no ha resistido. Sigue viva pero automáticamente hoy en día es una persona vegetal. Fueron golpes muy fuertes, fueron momentos muy desastrosos, fueron momentos que no quisiéramos que se vuelva a repetir. Por eso señores Comisión de la Verdad, con este informe queda en sus manos de ustedes para que procedan a esclarecer los hechos, porque no los vamos a recuperar. Por supuesto que no los vamos a recuperar, todo lo dejamos en manos de Dios, pero no queremos que otras familias pasen lo que nosotros hemos pasado y estamos pasando sufrimiento con nuestros seres queridos que los perdimos. Muchas gracias, señores Comisión de la Verdad.
Señor Teodoro, señora Rosa, muchísimas gracias por sus testimonios. Nos identificamos con su dolor, con su sufrimiento, y con el anhelo, el deseo que ha expresado el señor Teodoro de que nunca más vuelva a suceder esto. Por eso la Comisión de la Verdad está trabajando, se está esforzando, cumpliendo el mandato que hemos recibido. Y también anhelamos de esa justicia, verdad, hay que confiar en ese Dios que usted ha mencionado cuya justicia nunca falla. Muchísimas gracias, que Dios le bendiga.


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